Cuando nos vinimos a vivir a Leyda, en diciembre de 2014, nada sabíamos de este lugar ni su historia, simplemente era el lugar "cerca de todo" que habíamos elegido para tener y criar a nuestros hijos. Nuestro origen como pareja está en Santiago, y en la meca de la ciudad, Santiago Centro. Y cuando la decisión de migrar ya está tomada, fue solo el destino que nos trajo para acá. Sin embargo, Leyda es un lugar con historia. En el antiguo ferrocarril que unía Santiago con San Antonio, Leyda fue una importante estación de trenes (consumida por las llamas en un incendio forestal en 1984), y su nombre se origina justamente en este recorrido: el camino de ida a Santiago, "la ida" y después de un afrancesamiento, Leyda. Si le pareció curioso y es ávido de la lectura "El Gran Señor y Rajadiablos" transcurre en esta localidad y se devela el origen de su nombre. Para quienes gustan del buen vino, seguro al menos les suena por la Viña Leyda y sus distintas cepas.

Estación de tres de Leyda

A nosotros, ignorantes en este aspecto, nada de esto nos resonaba, simplemente nos enamoramos de la vista que encontramos en el que hoy es nuestro cerro, en esa particularidad única de poder ver mar y cordillera desde un solo lugar, de la posibilidad única de criar a nuestros hijos en contacto con la naturaleza, de los cielos celestes y las nubes de algodón...

Llegamos acá siendo traductores (aún los somos) y viviendo de eso, y con el anuncio del primer hijo (Gael Santino) se abre una ventana inexplorada para nosotros: la posibilidad de fabricar nosotros los muebles para nuestro hijo. Algo de conocimiento había, no se piense que era "chutear y abrazarse", y como somos mateos, estudiamos, nos capacitamos e invertimos. Y como el hombre tiene talento (Henry, para quien no sepa) el resto se dio solo.

De eso ya pasó un año, este mes celebramos nuestro primer año de vida, y estamos agradecidos. El camino del emprendimiento, de la microempresa, es largo y sinuoso, tantas veces uno está por tirar la toalla, la verdad es que la mayoría de la veces; sin embargo, ya sobrevivimos al primer año, aún queda prácticamente tooodo el camino...pero estamos en eso, en el camino de ida, en "la ida"....en Leyda.

05 junio 2017 — Fabiola Lander

Comentarios

HuGo dijo:

Hermoso tu relato, me gustan los trenes, tengo vivo en mis recuerdos la estación Leyda. Todos los veranos íbamos en tren a cartagena. Y la estación con su color celeste , me inspiraba un enorme sentimiento de paz y belleza.
Sentí mucho cuando
se destruyó con el incendio.
Hoy a mis 64 años tengo un pequeño santuario de la estación en mi casa.
Era hermosa , tanto, cómo la mujer de mis sueños.

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